Dedos, dientes, huesos de la cara y faringe, son sólo algunas partes del cuerpo que se pueden ver seriamente lesionadas en una persona que come uñas.
Quien realiza esta práctica tiene alteraciones del conocimiento de su entorno, pues estos elementos que posee el organismo cumplen diferentes tareas entre ellas la ayuda para el tacto y la defensa.
Onicofagia, como se denomina técnicamente, es el hecho de comer uñas de manera consciente o inconsciente donde la persona se ocasiona un daño autoinfligido. Para muchos de los que realizan este acto, comer uñas se convierte en algo tan normal como hablar o dormir, haciendo de él un hábito en su vida.
Según el médico Luis Enrique Álvarez, Especialista en Ortopedia Maxilar, la onicofagia tiene múltiples factores que conllevan a la persona de manera reiterada, a llevarse las uñas a la boca para triturarlas, muchas veces sin medir las consecuencias que en ese instante o a futuro pueda generarse. Para el doctor Álvarez, este inconveniente tiene un componente meramente infantil, pues en la mayoría de casos son personas que durante su infancia pasaron por algún episodio difícil como la separación de sus padres, el maltrato psicológico, la pérdida de un ser querido, frustraciones o miedos que llevaron a ese pequeño de manera voluntaria o involuntaria a comerse las uñas como respuesta a un impulso psicológico.
La onicofagia no solo produce daños en el tamaño de las uñas, también genera perjuicios en la cutícula, desgaste de los dientes, alteraciones en los huesos de la cara, deformidades en las falanges o engrosamiento de los dedos que no son más que daños estéticos de la extremidad; además pueden ocasionar lesiones en el organismo puesto que algunos fragmentos de uña no están exentos de quedar adheridos en partes como la faringe generando inflamaciones, y a nivel digestivo no se reabsorben sino que permanecen hasta que son eliminados a través de las heces.
Las manos por la utilidad que prestan permanentemente, están cargadas de microorganismos y las uñas no son ajenas a ello. Las infecciones que allí se depositan producen cambios en la flora oral e intestinal, ocasionando enfermedades como micosis u hongos que perjudican la salud de la persona. La ausencia o perdida de uñas deterioran la calidad de vida, pues actividades elementales como rascarse, quitar elementos pegados, coger monedas o levantar agujas, se convierten en imposibles para quien padece de onicofagia.
El doctor Luis Enrique Álvarez sostiene que para corregir este problema, es necesario identificar la causa que activa el impulso por llevarse los dedos a la boca. La persona debe tener fuerza de voluntad para evitar que la conducta continúe y resistirse a ejecutarla cuando ese impulso se haga presente. Al tiempo se debe tener acompañamiento profesional multidisciplinario para trabajar los temores y angustias generados en su pasado, hasta lograr dar solución a los conflictos psicológicos y emocionales que desde la niñez originaron la conducta de comer uñas.